imagen Kowloon, la decadente ciudad oscura iluminada con tubos fluorescentes que fue la más poblada del planeta

(fotos: Greg Girard)

Imagine la superficie de un campo de fútbol en la que viven unas 13.000 personas. A diario y sin moverse del sitio, haciendo una vida ‘normal’, con sus negocios, sus relaciones sociales y sus necesidades. El lugar del que hablamos representaba esa realidad, ya no existe (hoy es un amplio parque ajardinado) pero en su día ostentó el estatus de ser la ciudad con más densidad de población de la Tierra: 1,9 millones de habitantes por kilómetros cuadrado, el equivalente a 50.000 personas confinadas en un espacio de apenas 6,5 hectáreas.

Salvo algún resto de su muralla que ha quedado para la posteridad, la ciudad amurallada de Kowloon queda hoy como un recuerdo de las incongruencias y los extremos de la raza humana. Fue un exclave de China en el Hong Kong gobernado por Gran Bretaña, gestado siglos atrás como punto estratégico para la cuestión militar y desarrollado con esa delirante estructura a partir de 1898, cuando quedó excluida de los territorios cedidos por China a favor de Gran Bretaña durante 99 años. Legalmente, quedó en una especie de limbo como territorio inmerso en el corazón de la colonia pero fuera de su control.

girard_kowloon006En 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, la intervención japonesa en Hong Kong derivó en la destrucción del fuerte y la muralla y en la génesis de un territorio que comenzó a desarrollarse por su propia cuenta, llenándose en las décadas posteriores de ilegales y refugiados y sin que China ni Gran Bretaña velaran por su gestión. Su única referencia clara era la de la superficie que ocupaba, esas 6,5 hectáreas: como no podía crecer en extensión, comenzó a crecer de forma desmesurada… hacia arriba.

Casas apiladas

Con el paso de las décadas, Kowloon es la imagen curiosa de casas con aspecto de suburbio literalmente apiladas unas sobre otras, una representación del caos urbanístico llevado al extremo para dar respuesta a las necesidades de cobijo de una población que crecía desproporcionadamente. “Sin arquitectos ni ingenieros y sobre pobres cimientos, simplemente cada edificio se apoyaba en el colindante; se decía que se podía atravesar la ciudad de punta a punta sin pisar el suelo, recorriendo la red de pasillos, escaleras y pasajes”, reza un artículo de unitedexplanations.org.

girard_kowloon011En ese contexto, la ciudad desarrolló un microcosmos con sus propias leyes y dinámica de vida, donde las calles eran cada vez más estrechas (rara era la que acababa superando el metro de anchura) y la luz del sol ya no llegaba a ellas, quedando así una noche perpetua de insalubridad y la decadente iluminación de tubos fluorescentes, que le dio el apelativo de ‘Ciudad de la Oscuridad’, alimentada por la energía de generadores de gasoil y tendidos eléctricos al aire y sin protección, y una limitada red de tuberías procedentes de Hong Kong.

La falta de control político y policial, cuentan las crónicas, permitió asimismo el desarrollo y Gobierno de las diferentes mafias del crimen y la droga, compartiendo el angosto espacio y el día a día con la población civil que buscaba ganarse la vida. En pocos metros convivían así los fumaderos de opio, casinos, traficantes de cocaína y bandas organizadas con los puestos de venta de carne de perro, fábricas de falsificaciones, peluquerías y, como curiosidad, una extensa red de dentistas sin licencia que incluso atendía a clientes de Hong Kong, atraídos por sus bajas tarifas, y por lo que se convirtió en muy popular.

girard_kwc_temple01Expansión comprimida y sin control

La ciudad vivió su máxima expansión en los años 70, una expansión comprimida y sin ninguna clase de control, que la terminó de convertir en una masa indescifrable y asfixiante de construcciones anárquicas, calles, pasillos y puentes. Una foto muy descriptiva, obra del canadiense Greg Girard, es la del templo de Tin Hau, un recinto religioso construido en 1951 en pleno centro y rodeado en lo posterior de edificios mucho más altos pero casi colindantes, que le fueron privando de luz, hasta que sobre el que se construyó una rejilla protectora para evitar que cayeran sobre su techo basura y toda clase de deshechos.

La ciudad, un auténtico panal humano de aspecto grotesco que convivía puerta con puerta con la refinada y pujante Hong Kong, fue finalmente demolida en 1993, tras el acuerdo alcanzado entre Gran Bretaña y China para poner fin a ese monstruo de ladrillos y pobredumbre. Allí se rodaron escenas de películas de acción y se tomó como inspiración para videojuegos, y queda en el recuerdo como una de las dramáticas ‘curiosidades’ sociales que se han desarrollado en el planeta. Desde 1994 es un parque frondoso, espacioso y sobre todo, lleno de luz, como queriendo recuperar el tiempo perdido en la oscuridad.

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