conducir

Para todo amante del motor, pocas cosas como una ruta a lo largo de una carretera especial. Son muchas las rutas existentes a lo largo de todo el mundo, famosas a menudo por discurrir en un entorno privilegiado, por la historia que llevan detrás acumulada, o incluso por su complejidad o peligrosidad.

Las rutas de la América más retro o las sinuosas carreteras a pies de las cimas del mundo son algunos ejemplos muy populares que vienen rápido a la cabeza al pensar en algo especial para viajar, pero las hay de otros muchos tipos. Hablamos de algunas carreteras míticas (y/o extremas) para una aventura al volante:

Carretera 61 (Estados Unidos)

Hablar de rutas por Norteamérica es hablar sin duda de la legendaria Ruta 66, de alguna forma un viaje en el tiempo por unos Estados Unidos que, de alguna forma, siguen ahí, sintonizados en los pueblos, los polvorientos moteles de carretera o los paisajes de interminable llanura que aún se desparraman a lo largo de un recorrido conservado en su mayoría. Como no necesita presentación, empezamos el repaso hablando de su hermana pequeña, con menos leyenda pero el mismo interés histórico: la Carretera 61, la ‘Great River Road’, recorre 3.700 kilómetros entre la cabecera del Mississippi y Nueva Orleans, en un recorrido por diez estados que transcurre paralelo al río.

Dentro del lado histórico, la ruta de Great River Road es sin duda una ruta por la historia de la música popular negra americana, amén de un extenso mosaico de referencias al cine, la cultura y las tradiciones de aquel país. Inaugurada en 1930, su trazado toca Memphis (la ciudad de Elvis), el Delta del Mississippi (cuna del blues) o Nashville (cuna del jazz). Pasa también por pueblos como Hibbing (donde se crió Bob Dylan), el Spring Read donde Frank Lloyd Wright inició su carrera, el Hanibal donde creció Mark Twain o la Metropolis (Ilinois) donde Superman tenía su vestuario en forma de cabina de teléfonos.

Son sólo algunos de los muchos ejemplos de una ruta que mantiene intactos grandes trazos del sabor añejo de la cultura americana, y una suerte de paisajes de largas llanuras, edificios de baja altura y cartelería saturada de nostalgia.

 

Ruta Transiberiana (Rusia)

Tiene más de 11.000 kilómetros de recorrido, lo que la convierten en una de las carreteras más largas del mundo, y también en un auténtico reto para el conductor. Se calcula en una semana el tiempo necesario para cubrirla por completo, e incluye todo tipo de ambientes, incluyendo complejos tramos pantanosos y otros congelados. Creada a principios de siglo XX para unir Moscú con el Pacífico, en la ciudad portuaria de Vladivostok, teje una extensa red de viales que atraviesan también Mongolia y China. Un recorrido apto para los más aventureros, con una historia muy ligada a la de la expansión del ferrocarril, y salpicada a la vez de diferentes leyendas. También la ocasión de sumergirse en la fría Rusia.

 Guoliang (China)

Construida por pobladores locales en los años 70 para conectar al mundo la aldea de Guoliang y tras negarse el Gobierno del país a acometer el proyecto, se trata de una carretera angosta y sinuosa que empezó a usarse en 1977. Discurre por las montañas Taihan, en la provincia china de Hunan (cerca de Shangai), un bello paisaje que concluye en el lugar que hace famosa esta ruta: el túnel montañoso de 1,2 kilómetros de largo y apenas 4 metros de ancho y 5 de alto. Está incrustado en la propia roca, generando recodos imposibles y entrañando muchos problemas para quien quiere atravesarlo, especialmente en épocas de lluvia. Su personalidad se culmina con la apertura de una treintena de ventanas esculpidas en la roca a lo largo del trayecto.

Autopista James Dalton (Alaska)

Si buscas una aventura extrema, la James Dalton es una opción a considerar. Esta vía de 400 millas (unos 600 kilómetros) es el único enlace existente entre la civilización y los pozos petrolíferos del mar helado de Alaska. Se trata de un recorrido de grava construido sobre el mar helado y que atraviesa apenas tres pequeños enclaves de población en toda su extensión. Transitado fundamentalmente por camiones de gran tonelaje y cuyos conductores aceptan el riesgo a cambio de grandes sueldos, prácticamente toda su extensión es de nieve y hielo, con un clima extremo de bajas temperaturas, fuertes vientos y paisajes inhóspitos sin rastro de vida humana. La provisión de víveres es fundamental, una avería puede llegar a ser mortal y las empresas de alquiler de vehículos de la zona prohíben expresamente a sus clientes circular por aquí.

Carretera Yungas / Carretera de la Muerte (Bolivia)

Seguimos con el lado extremo, a la vez paisajístico, pasando a hablar de la que muchos consideran la carretera más peligrosa del mundo. Esta vía conecta la capital boliviana de La Paz con la región de yungas y la selva amazónica, y lo hace mediante un trazado que nunca baja de los 3.600 metros de altitud y discurre por la Cordillera, dejando a su lado acantilados de hasta 800 metros de profundidad. No sólo no está protegido de ningún modo, sino que la carretera apenas tiene una anchura de 4 metros y permanece sin asfaltar. A eso se une una densidad alta de tráfico, largos atascos que se suelen generar en algunas zonas y el comentario de algunos centenares de muertes que se producen todos los años.

Dejando de lado la peligrosidad, la belleza visual del paisaje es digna de elogio. Pero mejor no te fijes, salvo que no seas quien conduce.

Carretera Lysebotn (Noruega)

Europa ofrece varios ejemplos de recorridos sinuosos y a la vez preciosos por sus cadenas montañosas. Stelvia (Italia) o algunas zonas de Portugal son muy populares, pero aquí hablaremos de la carretera Lysebotn, en los fiordos noruegos. Se trata de una vía que asciende hasta la cima del fiordo Lyse como una especie de gran escalera salpicada de túneles angostos y curvas en zig zag. Su parte final es un auténtico reto para el conductor, incluyendo un túnel final enroscado en ángulo de 340 grados. Eso sí, una vez completado el reto, el espectáculo visual que se despliega es impresionante.

 

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