imagen Socotra: el enclave perdido y anclado en la prehistoria al margen del Siglo XXI

Socotra

  • Quique A. Martínez

A menudo la describen como un enclave que sigue anclado en la prehistoria, o bien como un mundo aparte procedente de otro planeta, eso sí, siempre aislado del actual siglo XXI con el que convive. Razones tuvo de sobra Julio Verne para inspirarse en Socotra a la hora de tejer el universo del viaje al centro de la Tierra. Esta pequeña isla, perteneciente a Yemen, forma parte de un archipiélago formado por otras tres más en el océano Índico, y es un caso único en el mundo: sus particulares condiciones y el aislamiento del exterior que tiene han permitido el desarrollo de un lugar sin igual, un planeta en sí mismo, donde conviven unas 800 especies animales y vegetales que no se pueden ver en ninguna otra parte del mundo.

Aunque no la conocieran, seguramente les suene de fotos el espectacular Dragon Tree, un árbol muy peculiar con forma de paraguas y de densa ramificación; o su característico ‘árbol de pepino’, el Dendrosicyos socotrana que tanto inspiró a Verne. Socotra tiene una superficie de 3.625 kilómetros cuadrados, perfil montañoso, y la posibilidad de reunir una serie de cualidades que propician su singularidad: el aislamiento geográfico del archipiélago (hasta hace sólo unos años sólo era posible acceder en barco y en épocas que no hubiera monzones) preserva su integridad, y el clima tropical monzónico de fuerte calor y sequía que mantiene ha permitido el desarrollo de ecosistemas muy particulares y una flora endémica única, a la vez extremadamente sensible a los cambios.

Vulnerabilidad

Socotra

Sus virtudes esconden también una enorme vulnerabilidad, que ha valido en los últimos años la Declaración de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y acciones para preservar su integridad. Además de su flora, en Socotra viven unas 140 especies de aves endémicas, al menos una decena de ellas imposibles de encontrar en otro lugar.

La isla también está habitada: unas 50.000 personas viven en ella (la mayoría en la ciudad de Hadiboh, al norte) y se dedican a la agricultura, la pesca y la ganadería como principal modo de vida. Casi ninguno tiene agua corriente ni electricidad en una isla donde el paso adelante en comunicaciones se dio con la construcción de un aeropuerto hace una década, de paso una forma de inaugurar las superficies pavimentadas en el lugar. Manejan un idioma propio y, de alguna forma, también ellos han permanecido ajenos al mundo exterior, viviendo a su propio ritmo durante siglos.

En una era globalizada y donde casi no quedan espacios por descubrir, Socotra pugna por seguir siendo uno de esos mundos perdidos, aunque la amenaza sobre su continuidad es real, a causa también del cambio climático.

Hadiboh, la ciudad más poblada de Socotra

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