por S. Ancín
Los trolls son los seres imaginarios más conocidos de la mitología escandinava. Son tan importantes que, en Noruega, tienen hasta su propia carretera, la Trollstigen, una espectacular ruta compuesta por 18 curvas de 180º que atraviesa los fiordos y que cada verano atrae a miles de conductores que quieren recorrer las singularidades de sus tramos.
La Trollstigen o Escalera de los Trolls se encuentra en el municipio de Rauma, en la provincia de Møre og Romsdal, y forma parte de la Nacional Noruega 63, que une las localidades de Åndalsnes y Valldal. Este tramo tiene 18 kilómetros, con una pendiente media de 4,4% (aunque puede llegar en algunas zonas al 10%) y sube hasta los 850 metros sobre el nivel de mar.
Esta carretera se abre desde mediados de mayo hasta finales de noviembre, según las condiciones meteorológicas, que impiden su apertura el resto del año. Aunque el pavimento está bien conservado, es resbaladizo y, junto a su poca visibilidad y su estrechez, y sus 18 horquillas hacen para los experimentados pilotos que su conducción sea exigente y peligrosa. Debido a estas características, no se permite el paso de vehículos mayores de 12,5 metros de longitud y ya solo encontrarte con otro coche es todo un desafío.
Los fiordos
En su discurso se pueden ver impresionantes vistas de los fiordos y de montañas con nombres como Kongen (El rey), Dronningen (La reina), Bispen (El obispo), Trollveggen (La pared de los trolls), Romsdalshorn y Alnestind. En lo alto del recorrido, se puede disfrutar de una espectacular panorámica desde el mirador. En este lugar también se encuentra el centro turístico para visitantes, que incluye un museo, un albergue de montaña y un restaurante.
El mirador es una construcción de acero y vidrio que se mimetiza con el entorno; algunas partes están talladas en las rocas y otras en las paredes de piedra. Desde aquí se puede contemplar la cascada de Stigfossen, que cae 320 metros por la ladera de la montaña. En primavera, con el deshielo, el agua alcanza el puente de piedra que la cruza, por lo que atravesarlo puede ser una experiencia bastante húmeda.