(fotos: baltictimes.com y lynxdxg.com)
Probablemente, la noticia les suene de haberla escuchado hace ya tres lustros como una de esas curiosidades tecnológicas que de vez en cuando asoman. Acababa el siglo XX y, paralelamente, florecía Internet. Era la época del desarrollo de todo el sistema de dominios para las páginas web (los .com, .org…) y, como bien saben, la asignación de dominios específicos para organizaciones, sectores, países… La polémica tuvo como protagonista al dominio ‘.tv’, al momento en el que las televisiones quisieron empezar a usarlo y encontraron la reclamación de su propietario real… Tuvalu.
En aquel momento todo el mundo se preguntaba qué era eso de Tuvalu, y con razón: se trata de un micropaís insular ubicado en la Polinesia, en el Pacífico Sur, formado por nueve atolones y arrecifes de coral y que, con una extensión conjunta de 25,4 kilómetros cuadrados, es el segundo país con menos población del mundo, unos 11.000 habitantes, sólo ‘superado’ por el Vaticano. Pocos pero hábiles, los tuvaluanos, a los que la Unión Internacional de Telecomunicaciones les había cedido el dominio .tv poco antes, cerraron en el año 2000 un acuerdo de leasing con una empresa estadounidense a cambio de 50 millones de dólares a repartir en 12 años y una participación en la empresa gestora de ese dominio. Una inyección económica con la que pudieron poner al día algunas de las deficiencias existentes, sobre todo en materia de infraestructuras, en un país con pocos recursos económicos.
¿Desaparecer bajo el mar?
Años después, Tuvalu vuelve a ser noticia, pero esta vez por razones mucho más desagradables: el país se hunde en el mar, literalmente. El cambio climático y el aumento del nivel del mar ya causa estragos en un país que, tras las Maldivas, es el que mantiene la altitud más baja del mundo y, a día de hoy, esa circunstancia les coloca como firmes candidatos a ser el primer país en desaparecer por razones meramente ‘naturales’.
“La mayoría de los habitantes de Tuvalu tienen el concepto de que un día su país se irá bajo el agua”, citaba a Bloomberg el activista Afa’ese Manoa hace unos años. Las inundaciones son algo habitual y la filtración del agua salada es mortal para las huertas y los pozos de los que se abastecía de agua un país que carece de ríos y manantiales. La intensificación de los ciclones también daña la superficie de un país que también sufre los rigores de la sequía y la escasez de lluvias.
Esta situación no es nueva, y es la que ha llevado a Tuvalu a una intensa actividad en el marco de la ONU en torno al calentamiento global y la ampliación del protocolo de Kioto y otras acciones que frenen algo que parece irremediable a día de hoy. Paradójicamente, un país que no contamina (carece de industria) es el que más sufre los rigores de la contaminación; desde hace años se discuten extremos como el de la mudanza de toda la población a Nueva Zelanda u otros destinos.
¿Conseguirán, nunca mejor dicho, mantenerse a flote?



