Barrett-Jackson es uno de esos nombres grabados con tinta especial en la agenda anual de cualquier amante de las cuatro ruedas. Scottsdale, en Arizona (EEUU), es el emplazamiento donde se acoge cada año este auténtico clásico de las subastas de automóviles, elevado al rango de mito por las cifras estratosféricas que se manejan, a menudo récords de recaudación (hablamos de cifras de nueve dígitos); y la peculiaridad de muchos de los vehículos que se cotizan: la ambulancia que transportó el cuerpo de JFK o el Cadillac que condujo Elvis Pressley son algunos ejemplos de piezas de colección casi invaluables.
Este año, Barrett-Jackson acaba de celebrar su 46 edición, con un macro evento al que han asistido 320.000 personas y en el que la recaudación total ha llegado a la cifra récord de 100 millones de dólares (92 millones de euros). Este año había algunos vehículos que llamaban ciertamente la atención: el ultra tuneado Ferrari que fue propiedad de Justin Bieber, o el Bugatti de Floyd Mayweather; pero finalmente fue lo clásico lo que creó más impacto: un Aston Martin DB5 del año 1964 y en estado impecable alcanzó la cifra tope de precio, en 1,39 millones de euros. Le siguió un más que peculiar Chevrolet Engineering Research de 1960; peculiar porque es un prototipo que se diseñó en su día como modelo de pruebas para la competición del Motor, y que alcanzaba una velocidad punta de 330 km/h. Un comprador pagó 1,23 millones por él en Barrett-Jackson.
Otras muchas joyas pasaron por la subasta. Un lujoso Duesenberg J Dual-Cowl Phaeton de 1930 alcanzó el precio de 831.935 euros, mientras que el lujoso Ferrari 458 Italia 2011 que fuera de Justin Bieber, se quedó en ‘sólo’ 434.500 dólares.
GALERÍA
- fotos: Barrett Jackson.