imagen Garganta del Dades

Por S. Ancín

Al sur de Marruecos, el río Dades ha tallado durante siglos la impresionante Garganta del Dades. La carretera que la recorre a lo largo de 63 km. surca los desniveles y se compone de cientos de curvas que se adaptan a las sinuosas montañas.

Dedos de MonoSi cogemos la Ruta Nacional 10, que parte desde Ouarzazate hasta los pies de la cordillera del Atlas, a unos 115 km. llegamos a la pequeña localidad de Boumalne de Dades, a 1.600 metros de altitud, en el límite del alto Atlas. Vamos dejando atrás pueblos como Ait Ibriren, Tamellat, Ait Ouglif o Ait Aïssi. Estos lugares ponen de relieve la tradición bereber del valle, en el que también hay ejemplos de Ksars y de Kashbahs. En las cercanías de la aldea de Ait Larbi encontramos los “dedos de mono”, unas curiosas formaciones geológicas rocosas casi verticales junto al cauce del río y que no pasan desapercibidas. También son conocidas como “dedos de Dios” o “cerebro del Atlas” y están compuestas de estratos de arenisca rojiza que llegan a superar los 200 metros de altura.

Quebraderos y muros verticales

Garganta del DadesUnos kilómetros después, comienzan las propiamente conocidas gargantas del Dades. A partir de aquí, la carretera se ve obligada a realizar vertiginosos quebraderos para salvar los espectaculares muros verticales que el río ha ido erosionando. Las veredas son verdes pero según vas ascendiendo, el paisaje se torna más áspero por las espectaculares formaciones rocosas que dan forma a la cordillera. Su elevada altura y un clima más frío y húmedo determinan que se pueda contemplar una vegetación distinta a la del resto de Marruecos (abundan los frutales, los nogales, los abedules y los almendros y prácticamente no hay palmeras). Su variedad paisajística, en la que se pueden ver cañones kársticos, calizas, abanicos aluviales, basaltos, areniscas…, y su riqueza arquitectónica la hacen diferente.

La carretera, aunque asfaltada hasta la localidad de Msemrir, no está en buenas condiciones y se recomienda ir despacio. No hay apenas guardarrailes pero sí precipicios de cientos de metros. Además, la conducción en Marruecos no se caracteriza por ser fácil. Los meses recomendables, por las condiciones climatológicas, para visitar los valles bajos son marzo, abril y mayo, y las montañas, de mayo a julio.

Fotos: mibauldeblogs.com, eldiario.es

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